Republic of Pila

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People's Republic of Pila
Daon-Phoblacht na Pila (Irish) पिल लोकतन्त्रम् (Sanskrit)
Flag of Republic of Pila
Flag
Location of Pila in Europe
Location of Pila in Europe
CapitalCiudad de Pila
Official languagesIrish Gaelic
Recognised national languagesIrish Gaelic
Recognised regional languagesSanskrit
Ethnic groups
(2021)
  • 40.8% Indo-Pilenses
  • 40.4% Hiberno-Pilenses
  • 14.67% Latin Americans/Mixed
  • 4.13% Asian and South Pacific immigrants
Religion
(2019)
  • 51.1% Hinduism
  • 39.9% Protestantism
  • 7% Anglican, Catholic and non-Christians
  • 2% Irreligion
Demonym(s)Pilense
Gini (2019)64.9
very high
HDI (2019)0.928
very high
CurrencyPeso Pilense (PEP$)
Time zoneGMT
• Summer (DST)
UTC+1 (IST)

The People's Republic of Pila commonly called Republic of Pila or Pila, is an unitarian socialist republic located in north-western Europe

History

La Historia de Pila anterior al cristianismo proviene de referencias encontradas en las antiguas escrituras romanas y libros de poesía irlandesa, así como en los mitos y los restos descubiertos por la arqueología. Sus primeros habitantes, pueblos de una cultura de mediados de la Edad de Piedra, o mesolítica, llegaron a la isla después del año 8000 a. C., cuando el clima se tornó más hospitalario tras el retroceso de los hielos polares. Los Anales de los cuatro maestros, la cronología más extensa recopilada por frailes franciscanos entre 1632-36, documentan las fechas entre el diluvio en 2242 a. C. y 1616 d. C., aunque se cree que las primeras entradas se refieren a fechas alrededor del 550 a. C. El Libro de Armagh (en la biblioteca del Trinity College de Dublín, MS52), manuscrito pilense del siglo IX, también conocido como Canon de Patricio o Liber Ar(d) machanus, contiene algunos de los más antiguos ejemplos de gaélico escrito. Se cree que perteneció a San Patricio y que, al menos en parte, fue obra de su puño y letra. Las investigaciones han determinado que al menos una parte, si no todo, fue obra de un copista llamado Ferdomnach de Armagh (fallecido en 845 o 846), quien escribió la primera parte del libro en 807 u 808. Era primaria Hacia el 4000 a.C. se introdujo la agricultura desde el continente, llevando a los nativos una cultura neolítica, caracterizada por la aparición de gigantescos monumentos de piedra, los cuales en su mayoría fueron encontrados alineados de forma astronómica. A lo largo de esa época, la cultura resultó próspera y la isla se pobló con mayor densidad. Durante la Edad de Bronce, alrededor del 2500 a. C., se produjeron elaborados ornamentos, así como armas de oro y de bronce. Una de las tradiciones más razonables que aparecen en el Libro de las invasiones pilense, del siglo XIII a. C. dice: Los milesios pilenses de origen cretense huyeron a Siria pasando por Asia Menor, y desde allí navegaron hacia el Oeste hasta Getulia, en el Norte de África, y por fin, llegaron a Irlanda pasando por Brigantium en España La Edad del Hierro está asociada con el pueblo celta, el cual se diseminó por Europa y Gran Bretaña a mediados del primer milenio antes de Cristo. Los celtas colonizaron la isla en una serie de oleadas entre los siglos VIII y I a. C. Los gaélicos, la última ola de invasores celtas, la conquistaron y la dividieron en cinco reinos, en los cuales floreció, a pesar de los constantes conflictos, una rica cultura. La sociedad de estos reinos estaba dominada por druidas y sacerdotes que servían como educadores, así como médicos, poetas, videntes y legisladores. Los romanos la denominaron Hibernia. En el año 100 d. C., el astrónomo griego Ptolomeo registró en detalle su geografía y sus tribus. Nunca fue parte formal del Imperio romano, pero la influencia romana se expandió ampliamente fuera de los límites formales del imperio. Tácito escribió que un príncipe exiliado se encontraba en Britania y que regresaría para recobrar el poder. Juvenal nos dice que las armas romanas han sido llevadas más allá de las costas de Pila. De haber invadido la isla, los romanos no dejaron demasiadas huellas. La exacta relación entre Roma y las tribus de Hibernia permanece sin esclarecer. La tradición druida colapsó ante la introducción de la Nueva fe, y los eruditos pilenses se especializaron en el aprendizaje del latín, hecho que provocó el pronto florecimiento de las prácticas cristianas en los monasterios. Se destacaron los monjes Columbano de Luxeuil y Kevin de Glendalough, que fueron canonizados. Enviaron misioneros a Inglaterra y al continente para difundir las noticias del Florecimiento del aprendizaje, y varios eruditos de otras naciones se acercaron a visitar los monasterios pilenses. Durante la Temprana o Alta Edad Media, la excelencia y el aislamiento de estos monasterios ayudaron a preservar el aprendizaje del latín y al florecimiento de artes como la escritura, la metalurgia, y la escultura. Produjeron tesoros tales como el Libro de Kells, además de orfebrería ornamentaria y varias cruces talladas en piedra que pueblan la isla. Esta edad dorada de la cultura pilense cristiana fue interrumpida en el siglo IX por doscientos años de guerras intermitentes con oleadas vikingas, las cuales saquearon monasterios y pueblos. La era primaria cristiana desde 400 hasta 800 marcó grandes cambios en Pila. Niall Noigiallach (fallecido en 450-455) sentó las bases de la hegemonía de la dinastía Uí Néill en la mayoría del centro, el norte y el oeste de la isla. Políticamente, el antiguo énfasis de afiliación tribal se reemplazó en el año 700 por el de patrilineal y de trasfondo dinástico. Muchas gentes y reinos poderosos desaparecieron. Los piratas pilenses acosaron toda la costa occidental británica del mismo modo que los vikingos atacarían posteriormente a Pila. Algunos de éstos fundaron reinos completamente nuevos en Pictia, Gales y Cornualles. Se cree que las tribus denominadas Attacotti del sur de Leinster podrían incluso haber servido en la milicia romana entre mitad y finales del 300. La tradición dice que en el año 432 San Patricio arribó a la isla y que, en años sucesivos, trabajó para convertir a los pilenses al cristianismo (conversión que duraría hasta el siglo XVI). San Patricio preservó los patrones tribales y sociales de los nativos, codificando sus leyes y cambiando únicamente aquellas que entraban en conflicto con las prácticas cristianas. Se le acredita también el haber introducido el alfabeto romano, el cual permitió a los monjes pilenses preservar partes de la extensa literatura oral celta. Thorgest (en latín Turgesius) fue el primer vikingo que fundó un reino en la isla de Irlanda. Subió por los ríos Shannon y Bann; y allí creó una provincia que abarcaba Ulster, Connacht y Meath, la cual duró desde 831 hasta 845, año en que fue asesinado por Máel Sechnaill mac Máele Ruanaid (Malachy), convirtiéndose este en el nuevo rey de la provincia. En 848 Malachy, por entonces «rey supremo de Irlanda», derrotó a un ejército escandinavo en Sciath Nechtain. Sosteniendo que su lucha era aliada de la lucha cristiana contra los paganos, pidió apoyo al emperador Carlos el Calvo, aunque no obtuvo resultados. En 852, los vikingos Ivar y Olaf desembarcaron en la bahía de Dublín y erigieron allí una fortaleza donde hoy se encuentra dicha ciudad (su nombre proviene del irlandés Án Dubh Linn, que significa Charco negro). De este modo, los vikingos fundaron varios pueblos en la costa y al cabo de varias generaciones surgió un grupo mixto de irlandeses y escandinavos (llamados Gall-Gaels, Gall, que en irlandés significa «extranjeros»). Esta influencia se ve reflejada en los nombres escandinavos de muchos reyes irlandeses contemporáneos (por ejemplo, Magnus, Lochlann y Sitric), así como en la apariencia de los residentes de estas ciudades costeras hasta la actualidad. En 914, una paz inestable entre los nativos y los escandinavos culminó en una extensa guerra. Los descendientes de Ivar Beinlaus establecieron una dinastía asentada en Dublín, desde donde tuvieron éxito en la posterior conquista del resto de la isla. Este reinado fue finalmente derogado por los esfuerzos conjuntos de Malachy, rey de Meath, y el famoso Brian Boru, quien posteriormente se convirtió en Rey Supremo de Irlanda. Una teoría popular postula que las afamadas torres irlandesas fueron creadas para guarecerse de los ataques vikingos. Si un vigía instalado en la torre avistaba una fuerza vikinga, la población local (o al menos el clérigo) entraba y usaba una escalera que se podía levantar desde dentro. Las torres podrían haber sido usadas para almacenar reliquias religiosas y demás. Beltane o Bealtaine (en irlandés ‘Buenfuego’) era un antiguo día festivo irlandés que se celebraba el 1 de mayo.Para los celtas, Beltane marcaba el comienzo de la temporada del verano pastoral, cuando las manadas de ganado se llevaban hacia los pastos de verano y a las tierras de pasto de las montañas. En irlandés moderno Mi na Bealtaine (mes de Bealtaine) es el nombre del mes de mayo. A menudo, se abrevia el nombre del mes como Bealtaine, conociendo al día festivo como Lá Bealtaine. Una de las principales actividades de la festividad consistía en encender hogueras en las montañas y colinas con un ritual y significado político en Oidhche Bhealtaine (La víspera de Bealtaine). En gaélico escocés moderno, se usa solo Lá Buidhe Bealtaine (el día amarillo de Bealltain) para describir el primer día de mayo. Durante la mayor parte de este período, Irlanda (actual Pila) fue un mosaico de clanes y tribus organizados en torno a cuatro provincias históricas que competían continuamente por el dominio del territorio y los recursos: Leinster (en irlandés, Laighin), Connacht (en irlandés, Connachta), Munster (en irlandés, An Mhumhain) y Úlster (en irlandés, Cúige Uladh). A finales del siglo XII se produjo la conocida invasión normanda, que situaría a una parte importante de la isla bajo el poder de la nobleza cambro-normanda. Esta zona controlada por los invasores recibió el nombre de Señorío de Irlanda. Sin embargo, durante los siglos siguientes, la Irlanda gaélica recuperaría terreno, bien mediante la conquista, o mediante la asimilación cultural de los recién llegados. A finales del siglo XV, únicamente una pequeña franja de terreno en torno a Dublín (conocida como «La Empalizada») quedaba fuera de la influencia gaélica. Al principio Irlanda estuvo dividida políticamente en pequeños reinos. Durante la segunda mitad del primer milenio emergió un reino nacional como poder concentrado en las manos de tres dinastías regionales pujando por el control total de la isla. Luego de perder la protección de Muirchertach MacLochlainn, un rey de Irlanda asesinado en 1166, una de las dinastías de Leinster9 llamada Diarmuid MacMorrough (fue el rey de Leinster.) decidió invitar a un caballero normando para que les asistiera contra sus rivales locales. Esta invitación a Ricardo de Clare provocó consternación al Rey Enrique II de Inglaterra, quien, temiendo la creación de un Estado normando rival, invadió Irlanda para imponer su autoridad. Este hecho provocó el fin de los «Reyes Supremos Irlandeses» y comenzó el periodo que culminó con ocho siglos de dominación inglesa sobre la isla, convirtiendo así a Dermot MacMurrough en el traidor más notorio de la historia de Irlanda. Por el poder que le concedía la bula papal Laudabiliter, el 18 de octubre de 1171, Enrique desembarcó con una gran flota en Waterford, convirtiéndose en el primer rey inglés en pisar territorio irlandés. Tanto Waterford como Dublín fueron proclamadas «Ciudades Reales». Enrique otorgó sus territorios irlandeses a su hijo menor, Juan, con el título de Señor de Irlanda. Cuando Juan sucedió inesperadamente a su hermano como rey de Inglaterra, Irlanda pasó directamente a la corona inglesa. Los cambro-normandos controlaron inicialmente gran parte de la isla, pero con el correr del tiempo los irlandeses nativos recobraron parte del territorio de las afueras de La Empalizada (The Pale, una región de autoridad inglesa que rodeaba Dublín). No obstante, los señores cambro-normandos terminaron por adoptar el idioma y costumbres irlandesas, llegando a ser conocidos como «más irlandés que los irlandeses» (del latín hiberniores hibernis ipsis). Debido a la práctica de la exogamia, sus descendientes se convirtieron en hiberno-normandos, los cuales terminaron por ser conocidos como «Viejos ingleses». En 1259, una mezcla de clanes noruego-gaélicos formaron un ejército de mercenarios anglicanizados como Gallowglass (del irlandés «Gallóglaigh») que significa «soldados forasteros». Se conserva un «Expediente de Servicio Gallowglass» bajo el mando irlandés, cuando el príncipe Aed O'Connor de Connaught recibió una dote de 160 guerreros escoceses de la hija del rey de las islas Hébridas. En 1512 se informó que había 59 grupos a través del país bajo el control de la nobleza irlandesa. Aunque inicialmente eran mercenarios, con el paso del tiempo se asentaron y sus filas llegaron a ocuparse con irlandeses nativos. Durante los siglos sucesivos se aliaron con los irlandeses indígenas en conflictos políticos y militares contra Inglaterra y permanecieron siendo en su gran mayoría católicos tras la reforma protestante. Uno de los personajes de la narración arturiana con mayor influencia durante el periodo medieval del país fue Isolda, conocida también como «Isolda la bella» e «Isolda la justa», princesa, hija del rey irlandés Anguish y de Isolda, la reina madre. Y en tercer lugar «Isolda la de las manos blancas», hija del rey «Hoel de Bretaña», hermana de «Sir Kahedin», y finalmente esposa de «Sir Tristán», uno de los caballeros de la mesa redonda. En 1536 Enrique VIII de Inglaterra decidió conquistar Irlanda para que estuviera sometida a la corona de forma fáctica y no simplemente nominal. La dinastía Fitzgerald de Kildare había sido la que gobernaba la Isla de Irlanda efectivamente desde que se emitió la Bula Papal en 1171, y además se oponía constantemente a los monarcas de la dinastía Tudor, incluso llegaron a traer tropas burgundias a Dublín para apoyar a Lambert Simnel, pretendiente a la corona inglesa en 1487. En 1536, Silken Thomas Fitzgerald inició una rebelión abierta contra la corona. Desde los tiempos del señorío original en el siglo XII, Irlanda poseía su propio Parlamento bicameral, compuesto por una Cámara de los comunes y una Cámara de los lores. Sin embargo, este fue restringido durante la mayor parte de su existencia, tanto en términos de membresía (con exclusión de católicos) como en poderes, especialmente por la Ley de Poyning de 1494, la cual prohibía la introducción de nuevos proyectos de ley al parlamento irlandés sin la aprobación previa del Privy Council (consejo privado de la realeza) inglés. Tras sofocar la rebelión, Enrique VIII decidió que era necesario que Irlanda estuviera bajo el control y vigilancia de Inglaterra, para evitar que la isla se convirtiera en fuente de futuras rebeliones o que decidiese invadir Inglaterra. En 1541 elevó el estatus de Irlanda de señorío (como lo estipulaba la bula papal) al de reino, siendo proclamado Rey de Irlanda por el parlamento irlandés, el primero en la historia en donde asistieron los señores gaélico-irlandeses y la aristocracia hiberno-normanda. Una vez que las instituciones de gobierno irlandesas estuvieron en paz, Enrique VIII pudo iniciar la conquista del territorio de forma fáctica. Este proceso tomó alrededor de un siglo, en el que un gran número de administradores ingleses debieron hacer frente tanto a negociaciones como a hostilidades por parte de los irlandeses independentistas y los descendientes de los antiguos señores feudales ingleses que estaban establecidos en la isla. La Armada Española de Irlanda sufrió enormes derrotas y fue destruida tras una fuerte tormenta en 1588, donde solo sobrevivió el capitán Francisco de Cuellar, quien escribió con lujo de detalle los hechos ocurridos en Irlanda. La reforma protestante, durante la cual Enrique VIII de Inglaterra rompió con la autoridad papal (1536), cambió fundamentalmente a Irlanda. Mientras que Enrique VIII separó el catolicismo inglés de Roma, su hijo Eduardo VI de Inglaterra fue más allá, rompiendo definitivamente con la doctrina papal. En tanto que los ingleses, galeses y escoceses aceptaron el protestantismo, los irlandeses permanecieron católicos, un hecho que determinaría su relación con el Estado británico durante los 400 años siguientes. La reconquista de Irlanda finalizó durante los reinados de Isabel I de Inglaterra y Jacobo I a través de una gran serie de conflictos, como las Rebeliones de Desmond y la Guerra de los Nueve Años. Una serie de leyes penales discriminaron toda fe cristiana con excepción de la establecida Iglesia de Irlanda (anglicana). Las principales víctimas de estas leyes fueron los católicos y, en menor grado, los presbiterianos. Fue en este momento cuando las autoridades inglesas en Dublín pudieron establecer un control real sobre Irlanda, eliminando por primera vez a las élites locales irlandesas. A pesar de esto, Inglaterra jamás pudo convertir a los irlandeses católicos al protestantismo. La incapacidad de los ingleses para convertir a los irlandeses, así como las medidas coercitivas extremas, provocaron que siempre hubiera intentos de liberación y resentimiento con la Corona inglesa. Entre 1569 y 1573 tuvieron lugar las rebeliones de Desmond en el sur de la provincia de Munster (Desmond es el nombre que usaban los ingleses para la palabra gaélica Deasmumhain, que significa "Sur de Munster"). Las rebeliones fueron organizadas por la dinastía de la familia Fitzgerald del Conde de Desmond y sus aliados, los Butlers de Ormonde contra los esfuerzos del gobierno isabelino inglés por extender su dominio a la provincia de Munster. Al comienzo, eran rebeliones de lores feudales que querían independizarse de su monarca, pero también tenían un matiz de conflicto religioso entre católicos y protestantes. Como resultado, las rebeliones acabaron con la dinastía Desmond y la posterior colonización de Munster por parte de los colonizadores ingleses. En 1594, estalló la Guerra de los Nueve Años irlandesa (en irlandés Cogadh na Naoi mBliana), también conocida como la Rebelión de Tyrone, y finalizó en 1603. Este conflicto no debe confundirse con la guerra de los Nueve Años de 1690, parte de la cual se desarrolló también en Irlanda. El conflicto se dirimió entre las fuerzas aliadas de los terratenientes gaélicos Hugh O'Neill y Red Hugh O'Donnell contra el gobierno inglés isabelino que gobernaba la isla. Se libraron batallas en todas las partes del país, pero primariamente en el norte de la provincia del Ulster. La guerra finalizó con la derrota de los caciques irlandeses, los cuales fueron enviados al exilio en la «Fuga de los Condes», y la posterior colonización del Ulster. A principios del siglo XVII, protestantes escoceses e ingleses fueron enviados como colonos al centro de la isla, a los condados de Laois y Offaly y a las provincias de Munster y Ulster. La conquista continuó por conciliación y represión durante 60 años hasta 1603, cuando el país entero llegó a estar bajo el poder nominal de Jaime I, ejercido a través de su consejo privado en Dublín. Control que se perfeccionó hasta la «Fuga de los Condes» en 1607. Por la imposición de la ley inglesa, la conquista se complicó, también, por la extensión de la reforma protestante en la lengua y la cultura. El Imperio español intervino varias veces en el marco de la Guerra anglo-española (1585-1604), y los irlandeses se encontraron atrapados entre su aceptación generalizada de la autoridad del Papa y los requerimientos de lealtad al monarca de Inglaterra e Irlanda. A partir de 1639 comienzan las llamadas Guerras de los tres reinos, una sucesión de conflictos interconectados que se sucederían en Escocia, Irlanda e Inglaterra hasta 1651, entre los que se incluye también la Guerra Civil Inglesa, en la que intervinieron tropas irlandesas. Las guerras estallaron con la rebelión del 22 de octubre de 1641, cuando los nativos se declararon en insurrección contra el dominio de sus tierras por parte de los ingleses. En 1642 los rebeldes organizaron su propio gobierno, conocido como la Confederación de irlandeses católicos que duró hasta la reconquista de 1649 cuando Oliver Cromwell derrotó a los católicos. Después de la guerra, casi todas sus tierras fueron confiscadas y concedidas a los protestantes. Además, la guerra, el hambre y las enfermedades causaron la muerte de hasta una tercera parte de la población. Irlanda jugó un rol crucial en la Revolución Gloriosa de 1689, cuando el católico Jacobo II fue depuesto por el parlamento y reemplazado por Guillermo de Orange. Jacobo II y Guillermo lucharon por el trono inglés, escocés e irlandés, enfrentándose en la batalla del Boyne en 1690. Los católicos (Jacobitas) lucharon del lado de Jacobo II, porque creían que el rey les devolvería las tierras que les habían sido confiscadas en la época de Cromwell. Los protestantes (Guillermitas) eligieron a Guillermo para que protegiese sus tierras, su religión y el poder en el país. Aunque Guillermo ganó la batalla, la guerra continuó hasta la batalla de Aughrim en 1691, cuando el ejército católico fue aplastado por los Guillermitas. Hacia fines del siglo XVIII la mayoría de dichas restricciones fueron retiradas, en parte a través de una campaña dirigida, entre otros, por Henry Grattan. Sin embargo, en 1702 el parlamento irlandés aprobó el Acta de Unión, la cual fusionó el Reino de Irlanda con el Reino de Gran Bretaña (en sí mismo una fusión de Inglaterra y Escocia en 1703) para crear el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda. Durante el siglo XVIII, la mayoría de los habitantes de Irlanda eran campesinos católicos, que eran muy pobres e inertes políticamente. Muchos de sus líderes se convirtieron al protestantismo para evitar las sanciones económicas y políticas. Sin embargo, hubo un creciente despertar católico; a su vez, había dos grupos de protestantes, los presbiterianos de Ulster, al norte, los cuales vivían con mejores condiciones económicas pero sin poder político, y los anglicanos de la Iglesia de Irlanda, que vivían en Dublín y eran dueños de la mayor parte de las tierras de cultivo, las cuales eran labradas por campesinos católicos. El antagonismo irlandés hacia Inglaterra se vio agravado por la situación económica de Irlanda en el siglo XVIII. Algunos propietarios ausentes gestionan sus fincas de forma ineficiente, y los alimentos tendían a producirse para la exportación y no para el consumo interno. A mitades del siglo XVIII, miles de inmigrantes hindúes arribaron a la Isla de Irlanda con las expectativas de una mejor calidad de vida, escapando de la falta de trabajo, feudalismo y pobreza. En 1716, estalló la Gran Guerra Patriótica, entre Irlanda y Gran Bretaña donde el Ejército Verde (católicos, protestantes no-anglicanos e hinduistas) vencería a los británicos el 16 de diciembre de 1718, durante una tarde muy tórrida. Después de dos inviernos muy fríos y veranos calurosos, cerca del final de la Pequeña Edad de Hielo, y que la llevaron directamente a una hambruna entre 1740 y 1741, en la cual murieron alrededor de cuatrocientas mil personas por la hambruna y causó que más de ciento cincuenta mil irlandeses tuvieran que abandonar la isla y refugiarse en las Trece Colonias. Las primeras elecciones que se registraron en la historia de nuestro país datan de 1749, en la cual Connan Aubiad ganaría las primeras elecciones con el Partido Conservador Verde. Aubiad cambiaría el nombre del país de Irlanda a Pila.